jueves, 13 de mayo de 2010

Soñar y seguir soñando

Hace unos días vino a mi casa un amigo, sus temas de conversación hacían rechinar el oxidado cerebro... empezaba a soñar. Me quede un poco retraída en mis pensamientos esa noche hasta muy tarde pensando ¿por qué en la vida dejamos de soñar? ¿por qué creemos que tenemos derecho a dejar de soñar? Si dejamos de soñar, entonces ¿hacia dónde vamos?

Sé que cada vez que en nuestra mente se visualiza una idea, grande o pequeña, sentimos miedo. El miedo nos estanca, y allí estaba yo. Una mujer de 27 años, casada, con un hijo de 6 meses, profesional y con un trabajo de medio tiempo. Podría haber alcanzado muchas cosas pero estaba estancada. Quizá no con miedo, pero si con pereza.

Alguien escribió en un libro que leí esta semana, que cuando tienes muchas ideas y no concretas nada no tienes una meta. Pero cuando escribes esas ideas, ya tienes una meta a donde dirigir tus esfuerzos. Así que lo escribí:
Quiero ser: Lider LLI, instructora, escribir en una columna de prensa, publicar un libro, llegar a otro nivel de Administracion, trabajar en la red de niños de mi iglesia.
Quiero ser: mamá de 3 niños (o un cuarto), cocinar rico todos los días y tener "ganas" para hacerlo, ejecutar bien la guitarra.
Quiero soñar, reir más, llorar menos. Quiero ser lo que Dios espera de mi.

He estado pensando que cuando estas en momentos de estancamiento es cuando más pesa platicar con personas que te hacen soñar, pero cómo se agradece siempre una platica con una persona llena de entusiasmo. Ese pequeño momento que hace falta para despertar y seguir adelante.